Cómo explicar la muerte a un niño
La muerte es algo de lo que a mucha gente le resulta muy difícil hablar, lo que hace que se evite utilizar esa palabra o pensar en ello como si se tratara de algo antinatural o que podría evitarse. Y aún resulta más difícil cuando los niños están metidos en el saco. Intentamos protegerlos y ello hace que tratemos de mantenerlos apartados de lo que es la muerte, evitamos sacar el tema en nuestras conversaciones si tenemos niños cerca y evadimos sus preguntas al respecto. Y no somos conscientes de que somos nosotros los que no soportamos lo que sentimos ante esa palabra y su significado y que es lo que reflejamos al pequeño.
Cómo explicar la muerte a un niño
Porque lo cierto es que los niños sí sienten curiosidad ante la muerte. Y si no se les explica, pueden dar rienda suelta a su imaginación y crear teorías propias acerca de ella. Los niños merecen conocer la verdad, aunque debido a su corta edad y sus propias características debemos adaptar la explicación gradualmente dependiendo del momento del pequeño y lo que éste pueda o no asimilar.
Al igual que cada persona es un mundo, lo mismo ocurre con los niños. Y en su proceso de duelo debemos recordar que no existe ningún manual de instrucciones que nos enseñe a explicarles la muerte de alguien querido, ya sea un familiar o un compañero de colegio, o incluso de una mascota a la que tuviera mucho cariño.
Hay que ser consciente y aceptar que el pequeño, debido a esa pérdida, va inevitablemente a sentir dolor, tristeza y nostalgia. Pero lo que sí se puede hacer es tratar de explicarle de la mejor manera posible la situación, para que sea capaz de aceptarla y hacerle frente de una manera emocionalmente saludable.
Estrategias a seguir para no pasar un mal trago

A la hora de explicarles el fallecimiento de alguien querido no debemos tener miedo. Esto es una situación tensa y dura, pero es necesaria para ayudar al niño en el proceso de transición y duelo, ya que para que lo entienda primero se lo debemos comunicar. De lo contrario hará preguntas, se mostrará nervioso e inquieto y percibirá nuestra inevitable tristeza sin entender qué está pasando.
Debemos darle la mala noticia de manera directa y concisa, pero sencilla, evitando dar detalles o hablar demasiado. Lo que importa es que pueda entender la situación y saber que estamos con él, a su lado, mostrándonos cercanos y ayudándole a entender la pérdida. Así, el niño debe participar en el proceso de duelo de la familia, para sentirse integrado tanto en la situación como en el sentimiento de pérdida. Esto fortalece la unión familiar y ayudará al niño a sentirse con más confianza a la hora de expresarse o hacer preguntas si le preocupa algo. El niño tendrá más estabilidad emocional si se normaliza la situación.
Y cuando el niño es pequeño, siempre ayuda mucho echar mano de recursos imaginativos o creativos que les ayuden a comprender mejor lo que está viviendo y sintiendo. Una buena manera de hacerlo es mediante historias, películas o cuentos. Por ejemplo, nos podemos basar en películas o cuentos como El Rey León o Bambi, historias que son conocidas para los niños y que pueden ayudarnos a desarrollar la explicación y comparar situaciones de esta historias con las situación de duelo y pérdida real que está viviendo.
Explicar la muerte al niño según su edad
Al llegar a los 3 años de edad el niño comienza a poder entender más cosas, aunque de una manera literal. Esto hace que les resulte complicado entender ciertas características de la muerte como el hecho de ser irreversible, y por tanto piensa que es algo temporal y que se puede volver atrás. La mejor manera de ayudarle a comprender lo que ocurre cuando alguien muere es a través de un lenguaje literal y sencillo que se base en hechos, y evitando dar detalles que pueda causarles incomprensión o incertidumbre. Por ello se le debe explicar la muerte pero intentar que no acudan a ceremonias como funerales o entierros.
Alrededor de los 6 años el niño ya puede comprender que la gente puede morir y que ésto es irreversible, sin posibilidad de volver atrás, pero aún les resulta difícil comprender que es algo que también puede ocurrirle a él. Por ello, su preocupación por la muerte está dirigida a su familia y personas allegadas temiendo que puedan morir. Y eso les hace tener dudas y preguntas que deben ser atendidas, con respuestas basadas en los hechos y causas que han provocado la muerte. Y aunque también comienzan a tener curiosidad acerca de los entierros o funerales, aún es temprano para llevarles a estas ceremonias y es mejor explicarle lo que son pero esperar hasta que tengan unos 8 años para comenzar a hacerles partícipes de ellas.
La preadolescencia, entre los 10 y los 13 años de edad, es una etapa en la que el niño ya tiene una mayor conciencia acerca de la muerte y puede comprender su significado total como algo que tiene una causa y que es universal e irreversible. En estas edades ya podemos dejar que acudan a funerales y entierros si así lo desea, pero manteniéndonos a su lado para explicarle lo que necesite y resolver las dudas que pueda tener. Y aunque en la preadolescencia el niño ya es consciente de que la muerte es algo que también puede ocurrirle a él, el problema ahora es su dificultad para expresar sus sentimientos y hablar de ello. Lo que debemos hacer es mostrarnos accesibles cuando nos necesite, pero dejándole espacio sin agobiarle con preguntas acerca de lo que sienten o cómo se encuentran.
A partir de los 12 o los 13 años el niño ya entra en la adolescencia y, al igual que en la etapa anterior, comprende tanto la muerte como sus características a la perfección, e incluso comienza a tener sus propias teorías respecto a ella. Hay que tener algo importante en cuenta y es que no todos los niños aceptan la mortalidad aunque comprendan su existencia, y por tanto algunos tratarán de demostrar que pueden con ella, lo que les llevará a tener conductas que pueden suponer un riesgo para sí mismos. Otros, en cambio, reaccionarán con ansiedad o miedo ante la muerte.
En el caso de los niños que desafían la superioridad de la muerte y muestran comportamientos de riesgo, no debemos amenazarle, insistirle en que es algo peligroso (cosa que ellos ya saben perfectamente) ni mostrarle lo preocupados que estamos, porque lo único que conseguiremos será que refuercen su conducta. En el caso de los niños que se muestran ansiosos o con miedo, es necesario que les ayudemos a expresar sus preocupaciones y temores, y hacer que se sienta integrado.
No hay que olvidar, además, que en esta etapa el grupo de amigos juega un papel muy importante en la vida del adolescente, y lo más probable es que ellos sean su principal apoyo.
Conclusión
Sea cual sea el caso y la edad, lo importante es que los niños necesitan apoyo ante una situación que si para cualquier persona es complicada, para ellos lo es aún más, y no olvidar que no expresan el duelo de la misma manera que lo hacemos los adultos. Hay que tratar de mantener en la medida de lo posible su normalidad y rutina, mientras al mismo tiempo les ayudamos a sentir y entender que su vida no se viene abajo y que quienes estamos a su lado seguimos atendiéndoles y ayudándoles siempre que lo necesiten.
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